jueves, octubre 05, 2006

Pingyao, ¡Oh Pingyao! (9-VII-06) 平遥

http://viajarconnenesachina.blogspot.com/
3

Pingyao 平遥
El tren Beijing-Hancheng con parada en Pingyao a las 6:30 de la mañana acababa de llegar a nuestro destino. Lo primero que hicimos nada más bajarnos, fue dirigirnos a la taquilla de la estación a comprar los billetes Pingyao-Xian para esa misma noche en litera blanda. Teníamos pensado pasar un solo día en Pingyao, sería el único destino donde estaríamos tan poco tiempo. Nuestra media era de 3 días por ciudad o pueblo y por otra parte habíamos leído en algunos foros que Pingyao se veía en un día.
Al llegar a la taquilla y pedir los billetes en litera, la taquillera nos repetía como un autómata “no bed”. Ya sabíamos que en el tren que hacía el recorrido Taiyuan-Quinjian con parada en Pingyao a las 19:41 y nueva parada en Xian a las 6:30 no tendríamos posibilidad de adquirir litera en una estación de paso como Pingyao, ya que solo se puede comprar en la de origen(Taiyuan), de todas formas lo intentamos. La otra posibilidad era comprar los billetes en los hoteles, donde curiosamente si se podía.
Según nos alejábamos de las taquillas una voz femenina nos llamo: do you want ticket of train? Esta mujer era la propietaria de un pequeño hostal ubicado en la zona antigua de Pingyao y nos ofrecía literas blandas, por supuesto a un precio superior. Después de un regateo llegamos a un acuerdo tras el cual nos ofreció hospedaje. Nos montamos en dos motocarros y llegamos a su hostal donde aprovechamos para desayunar y dejar las maletas. En principio habíamos pensado coger alguna habitación para descansar unas horas, pero viendo que estábamos descansados, con ánimos y con ganas de ver lo que nos ofrecía Pingyao, nos lanzamos a explorar la parte antigua.

Ya cuando cruzamos con los motocarros la muralla de la época de la dinastía Ming y de 6 Km. de longitud, nos dimos cuenta de la belleza extraordinaria de esta población.
Es una ciudad típica de la Etnia Han de 2700 años de antigüedad en perfecto estado de conservación, cuya planificación urbanística compuesta de 4 avenidas 8 calles y 72 callejones y la Torre de la Campana en el centro, unido a su estilo arquitectónico convierten a Pingyao en un ejemplo singular de la China Imperial.
Durante las dinastías Ming y Quina fue una prospera ciudad mercante y cuna del comercio en China. Pingyao fue declarada en 1997 Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Dejamos el hostal y nos lanzamos por Nan Dajie, la calle principal dentro de la zona amurallada. A esas horas (7:30 de la mañana) chispeaba ligeramente y resulto una experiencia extraordinaria recorrer sus calles desiertas, solo “salpicadas” por algún carretero y poco más. Las construcciones de casas bajas con un estilo único, permitian asomándose con discreción, ver unos patios preciosos con gente haciendo sus tareas caseras. Hay que recordar que a unos kilómetros de Pingyao se encuentra la casa con patio de la familia Qiao con 6 patios y más de 330 habitaciones , donde se rodó la película “La linterna Roja”.
Poco a poco fueron apareciendo lo habitantes ante las puertas de las casas, niños jugando, mujeres…
Después de una buena vuelta por los callejones secundarios volvimos a Nan Dajie, y lo que antes era una calle desierta y mojada por la lluvia con un brillo que la hacía aun más hermosa, se estaba convirtiendo en una calle bulliciosa y rebosante de vida. Las tiendas de antigüedades en Pingyao empezaban abrir junto a pequeños restaurantes, templos…
En mi opinión lo mejor que se puede hacer en Pingyao es callejear, ver gente, observar sus costumbres, hablar y reír con ellos, seguir callejeando, ver como desayunan y comen sentados en el escalón de la puerta, como secan sus mazorcas de maíz al sol en las puertas de su casa, como juegan a las cartas ellos y ellas al atardecer, como circulan en bici los mayores y los pequeños, como van a hacer recados los niños a primera hora de la mañana, como pasean los abuelos, como compra la gente en las tiendecitas de comestibles, como hacen sus bollos de pan, sus tortas de arroz y harina, como los sacan de sus “hornos” de barro, como los mantienen calientes con un sistema de de sucesivas cestas hechas de trenzados de hojas…
En fin una ciudad para los sentidos, con otro ritmo, para saborear cada segundo, para beberla en pequeños tragos, su arquitectura espectacular y sencilla a la vez, sus farolillos rojos en todas partes, los hombrecillos con su mulilla en las calles periféricas.
Cuanto aprendieron los niños y cuanto preguntaron de todo lo que veían. Mucha gente se paraba e intentaba hablar con nosotros, y más o menos entre señas y la guía de conversación conseguíamos entendernos algo.
Después de unas dos horas callejeando decidimos homenajearnos con un buen almuerzo y nos metimos en un pequeño restaurante con carteles en diversos idiomas que hace esquina al final de Nan Dajie. Allí nos comimos unas suculentas tostadas con huevos fritos, zumo y un café en condiciones. El aspecto del restaurante con vigas de madera por dentro al estilo rustico, invitaba a entrar y permanecer en el un buen rato.
Mientras Marga y yo saboreábamos el café, los “peques” trasteaban entre las mesas, ya que en ese momento éramos los únicos clientes. En un momento dado, y ante algo que escuchó en la calle, Pablo grito : ¡Ay va españoles!, salimos a la puerta porque solo habíamos visto una pareja de españolas en la Ciudad Prohibida y desde entonces ninguno más. “Casi” dijo una voz femenina desde fuera, una mujer de nuestra edad (unos 40 años) apareció ante nosotros acompañada de otros dos amigos. El “casi españoles” venía a cuenta porque eran de Cataluña, yo ante tal declaración de intenciones le dije lo primero que se me vino a la cabeza, que nosotros nos sentíamos de todos los sitios incluidos los países que habíamos visitado y nos faltaban por visitar
Luego Pablo me pregunto que habían querido decir con eso del casi y tuve que explicárselo más tarde como pude.
Al fin y al cabo solo la casualidad hace que uno nazca en una aldea Africana o en New York. Tampoco me molesta que la gente tenga mucha afinidad por el terruño y lo reivindique como símbolo de identidad o diferenciación. Luego le aclaré a Miguel y a Pablo que una cosa que se aprendía en los viajes es a amar a todos los pueblos, a no ver diferencias donde no las hay, a comprender sus puntos de vista, a desprenderse de lo que “traemos y llevamos” a la espalda y entender sus posturas. Es posible que si yo hubiera nacido en otra región de España sería más propenso a pensar en mi diferenciación con respecto a otras o incluso con respecto al país entero, ya que la estadística así lo señala y no siempre es fácil salirse de los caminos trillados.
Estos tres amigos estuvieron un buen rato hablando con nosotros y cambiando impresiones y resultaron ser muy simpáticos y amables. Dos horas más tarde nos los encontraríamos y se empeñaron en regatear para Marga una camisa China, nos dieron primero unas lecciones teóricas que nosotros aceptamos con cortesía. “Hay que ofrecer la cuarta parte de lo que te piden”, y luego nos hicieron la demostración práctica comprando la blusa para nosotros con regateo incluido. ¡Qué majos!

Después del almuerzo decidimos ir al Templo Taoísta de Shuanglin a 7 Km. de Pingyao, con estatuas de las dinastías Song, Yuan, Ming y Ping. Cuando llegamos allí en motocarros nos sorprendió gratamente la variedad de figuras que había a cual más espectacular, que unido a la soledad del Templo, prácticamente vacío, le daba una atmósfera aun más mística.
Cuando acabamos de ver este templo imprescindible si se pasa por esta ciudad, volvimos a Pingyao a comer en el restaurante del almuerzo, esta vez dispuestos a saborear los mejores platos que ofrecía a la tierra. Nos pusieron música española y aprovechamos para mandar algún correo en un ordenador que había en la sala.

Volvimos al hostal donde teníamos las maletas por si Hugo quería dormir. Allí nos ofrecieron una cama gratis por si querían dormir los niños, pero estos no estaban por la labor, así que estuvimos allí un buen rato tomando te con un licenciado en historia americano, un Danés que hablaba algo de español porque había trabajado un año en cuba y una germana rapada y tatuada hasta la medula.
Estos turistas llevaban varios días en este hostal y se habían contagiado del Tempo y la tranquilidad de Pingyao. Allí estaban viendo “El tercer Hombre” basada en la Novela de Graham Greene y protagonizada entre otros por el fabuloso Orson Welles.
Era una escena curiosa, en un salón pequeñito del hostal, de unos 15 metros cuadrados, estábamos una pareja de españoles con tres niños viendo el Tercer hombre y tomando te con los personajes antes citados, más la jefa del hostal, su marido y una hija de unos 14 años.
Este descansito nos animo a callejear una vez más y empaparnos de nuevo de las calles y gentes de Pingyao. Unos metros más allá, un grupo de unas 10 mujeres bailaba y ensayaba una coreografía que Hugo se empeñaba en imitar pero con más adorno, después de esta se quedo frito en el carro durante una hora y media.

A las 7:41 de la tarde tomaríamos el tren Pingyao- Xian, procedente de Taiyuan y con final de recorrido en Qinjian, llegaríamos a Xian a las 6:30 de la mañana.
Pasamos nuestras últimas horas comprando comida y bebida para el viaje, poniendo nuestros nombres en chino y español en un grano de arroz encapsulado en metacrilato o similar y que hacía las veces de colgante.
A las 7 estábamos en el andén junto a unos cuantos turistas chinos y otros extranjeros.
El tren ya venía casi lleno desde Taiyuan. Cuando subimos al mismo entramos en nuestro vagón y compartimento privado con cuatro camas y una puerta.
En cuanto entraron los niños empezaron a subir y bajar por las literas mientras Marga y Yo colocábamos las cosas y poníamos un chubasquero prendido con bolis en la rejilla de aire acondicionado que salía del techo con una fuerza descomunal y no se podía regular.
Esta noche comeríamos los espaguetis al curri chinos que traía el revisor regados con una Sintao. Atrás quedaba la que sin duda fue la ciudad que más huella nos dejó y más nos emocionó de toda China. Hubo otros pueblos y otros paisajes pero no calaron tan hondo como Pingyao.



3 comentarios:

Bea R. dijo...

Hola Miguel Ángel, soy una madre con dos niños, uno de 12 y un niña de 8. He leido tus comentarios y me han entusiasmado, oh! maravilloso.
Escribo para preguntarte que si tú crees que yo sola con ellos podria realizar un viaje así (o más corto, dependiendo del presupuesto), sobre todo mis dudas se relacionan a si allí una mujer occidental sola con dos niños se puede desenvolver perfectamente. He viajado a paises de otras culturas, pero con mi expareja y sin niños. Y con ellos y sola he viajado pero por europa. Tal vez seria demasiado atrevido ir allí?
Enhorabuena por vuestra planificación y vuestro buen hacer.
Gracias por compartir esta fabulosa experiencia.
Bea

Miguel Ángel dijo...

Hola Bea
Pues claro que puedes viajar sola con tus hijos, China es uno de los países más seguros del mundo, en parte por su régimen totalitario, que alguna ventaja tendría que tener. Sus gentes son amables y respetuosas con los extranjeros independientemente de sus costumbres curiosas.
Es fácil conseguir vuelos o billetes de avión por Internet, o si uno prefiere en los propios hoteles, donde por una pequeña comisión se consigue cualquier ticket.
Ir con niños requiere trabajo y esfuerzo, y no es lo mismo que ir solo o con pareja, eso ya lo sabrás tú. Pero compensa tanto ver la cara de sorpresa de estos ante un mundo nuevo, que merece la pena intentarlo.
Viajar con tus niños a China puede ser más fácil que en algunos países de Europa.
Se mitifica mucho la dificultad, pero con un poco de interés todo se consigue.
Puedes alternar comida china con algún día de Macdonald que salen baratísimos allí y no tiene demasiada diferencia con los de aquí, viene bien para romper la rutina alimentaria sobre todo con niños.
Ya te aviso, te llamarán loca e insensata, sobre todo en los círculos más cercanos. Pero no hagas ni caso. Todos los países son “iguales”, todos tienen sus restaurantes, autobuses, taxis. Todo fluye con normalidad igual que en cualquier sitio.
Imagínate primer día en Pekin, cambio algo de dinero en el aeropuerto (superseguro) coger un taxi y al hotel y ya eres dueña de ti y tus circunstancias (como siempre). ¿Me quedo a descansar? ¿Salgo a ver partes de la ciudad? ¿Compro fruta en un mercado?
Tú te impones el ritmo y los días que quieres pasar en la ciudad, igual que en tu casa.
Salu2 y buen viaje Bea

Ananoar dijo...

Hola Miguel Angel!
Cuando preparé mi viaje a China hace un par de años me fue de mucha ayuda vuestro blog. Ahora que he tenido un pequeño lo estoy releyendo para animarme... seguid contando vuestros viajes que los blogs estan genial.
Un saludo,
Ananoar